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Ámbito de Actuación

Trastornos Ortopédicos

El tratamiento de un trastorno ortopédico persigue la corrección del problema actual, la estabilidad del resultado y la prevención de problemas futuros. Dentro de este grupo de trastornos encontramos los relativos a los huesos, articulaciones, ligamentos, tendones y músculos.

En lo referente a los huesos, podemos destacar una serie de afectaciones en las que obtenemos resultados a través de la fisioterapia.

Por un lado, las fracturas (soluciones de continuidad que se originan como consecuencia de golpes, fuerzas o tracciones cuyas intensidades superen la elasticidad del hueso); En este caso será el tipo de tratamiento de la fractura el que determine la planificación de la rehabilitación física, ya que por ejemplo un paciente con fracturas conminutas reparadas con clavos intramedulares tendrá una rehabilitación muy limitada mientras que los que presenten fracturas simples en dos fragmentos reparadas con clavo óseo y tornillos tendrán un progreso rehabilitador muy rápido.

Por otro lado nos encontramos con el denominado efecto piezoeléctrico, que es la razón de la perfecta adaptación estructural y funcional del hueso, es decir, la adaptación de los huesos al esfuerzo mecánico que se les requiere. Los huesos están sometidos a unas fuerzas fisiológicas que crean fuerzas de curvatura en los mismos, provocando un cambio en su carga eléctrica. La disminución de cargas negativas en el área ósea desencadena la activación de los osteoclastos, lo que tiene como resultado la destrucción de tejido óseo. Mediante la fisioterapia (ejercicios pasivos, masajes y estimulación eléctrica) aumentamos el riego sanguíneo en la vaina del tejido blando y en el hueso subyacente, ejerciendo una influencia positiva sobre el efecto piezoeléctrico, fomentando la formación ósea y previniendo la formación y reaparición de fracturas.

En lo relativo a las articulaciones, el efecto piezoeléctrico también posee un papel determinante, ya que es el encargado de estimular la creación de las fibrillas encargadas de mantener el cartílago articular. Por otro lado, la degeneración del cartílago puede darse como consecuencia del proceso de envejecimiento, por trastornos degenerativos (rotura de ligamentos cruzados p.ej.) o por inmovilización, resultando una insuficiente captación de agua y consecuentemente pérdida de elasticidad y poca resistencia a deformaciones mecánicas. En tales casos, el principal objetivo de la fisioterapia es garantizar tanto la adecuada movilidad como la correcta carga o uso de la articulación afectada. El circulo vicioso formado por la degeneración del cartílago, el dolor, la falta de uso total o parcial y la reducción del riego sanguíneo debe detenerse por medio de ejercicios pasivos o parcialmente activos y por la restauración del aporte de nutrientes necesarios para el cartílago. El control del dolor facilita estos esfuerzos. Los masajes son útiles para disolver adherencias y la estimulación eléctrica puede proporcionar un alivio o una reducción eficaz y duradera del dolor.

Ligamentos y tendones son los encargados de proporcionar estabilidad articular y absorber la tensión que se produce durante el estiramiento-contracción muscular. Tanto unos como otros deben usarse con regularidad para mantener su capacidad. Las medidas fisioterápicas para combatir los procesos patológicos que atentan contra esta capacidad son: masajes (para movilizar adherencias y aumentar el riego sanguíneo), ejercicios pasivos (flexión, extensión y estimulación eléctrica) y terapia acuática en el caso de los ligamentos y extensión activa del tendón afectado para estos últimos. En el caso de los tendones, el efecto de la temperatura sobre su elasticidad (la elasticidad aumenta en torno a un 1% por cada grado Celsius) explica la necesidad de calentamiento y estiramientos antes del ejercicio.

Por último, el tejido muscular se degenera durante el proceso de curación de un traumatismo o una inmovilización como consecuencia de que ni contracción ni extensión están presentes en la magnitud adecuada, lo que desemboca en un acortamiento de los músculos y fibrosis. Los masajes aumentan el riego sanguíneo local y movilizan las adherencias patológicas y dado que los músculos conducen impulsos eléctricos, el tratamiento de los trastornos musculares pertenece al campo de la estimulación eléctrica. Al despolarizar las células musculares, la estimulación eléctrica desencadena la contracción muscular y reproduce la actividad muscular fisiológica sin ejercer cargas sobra las extremidades. Las contracciones musculares inducidas movilizan las adherencias, estimulan el riego sanguíneo local, mejoran la estructura tisular y previenen la atrofia.

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