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Ámbito de Actuación:

Obesidad 

El sobrepeso y la obesidad en los animales de compañía, caninos y felinos, son bastante frecuentes de encontrar en la clínica diaria, ya sea por un trastorno de conducta (de la mascota o su dueño), por una patología endocrinológica o un desbalance nutricional. El sobrepeso y la obesidad, muchas veces la determinamos en nuestros pacientes durante la consulta clínica, aunque vengan atraídos por otro problema, ya que un exceso de peso contribuye al desarrollo de enfermedades musculoesqueléticas y produce demasiada tensión en las articulaciones, tendones y ligamentos, lo que agrava los problemas de salud existentes. Y es que, a pesar de que muchos propietarios de perros ven el sobrepeso en su mascota como un problema estético, no se dan cuenta de los graves problemas de salud que puede acarrear. Al igual que en las personas, el sobrepeso, sobretodo cuando es acusado, puede tener consecuencias muy graves además de los ya citados, como por ejemplo:

  • Menor resistencia inmunológica;

  • Menor tolerancia al calor;

  • Descenso de la vitalidad y dificultad de movimiento;

  • Problemas respiratorios (disnea);

  • Problemas dermatológicos (calvas en la piel, etc.);

  • Incremento de la tensión arterial;

  • Mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiacas (insuficiencia cardiaca congestiva);

  • Predisposición a la diabetes;

  • Mayor riesgo a desarrollar carcinoma de células transicionales de la vejiga;

  • Eleva el riesgo de complicación en la anestesia;

  • Reducción de la esperanza de vida;

 

Por todo esto, podemos afirmar que el control eficaz del peso es un factor determinante en el éxito de la terapia física, estableciendo dos grupos de destinatarios:

  • Pacientes con un peso normal y una actividad física limitada, en cuyo caso el objetivo sería el mantenimiento del peso.

  • Pacientes con sobrepeso u obesos, cuyo objetivo sería reducir el peso.

 

En el caso de pacientes que acudan a nosotros con una patología, ya sea ortopédica o neurológica consecuencia o no del sobrepeso, deberemos tener en cuenta este aspecto, ya que a nuestros objetivos rehabilitadores de la patología deberemos sumar los de perdida de peso, ya que como comentamos anteriormente la fisioterapia no solo ha de ir encaminada a solventar en problema, sino a lograr una estabilidad y prevenir problemas futuros.


A pesar de considerar la obesidad como una entidad heterogénea, compleja y multifactorial, se reconocen factores genéticos, metabólicos, endocrinológicos y ambientales. Sin embargo, la obesidad exógena o por sobrealimentación constituye la principal causa. Entre los factores ambientales destacan tanto el aumento de la ingesta de alimento como la reducción de la actividad física. El desconocimiento de conceptos básicos de nutrición agrava aún más el problema. En el caso de que una vez estudiado el caso, se determine que el origen de la obesidad es genético, metabólico o endocrino lo mejor será ponerse en manos del veterinario, pues es este quien mejor determinará el camino a seguir. Por el contrario, si se trata de un factor ambiental, nuestro margen de actuación es algo mayor.

Por un lado, nuestra principal herramienta ha de ser la información. Hablar con el propietario y establecer un plan de tratamiento. Comentarle como eso está afectando en la salud y la calidad de vida del animal y su incidencia en las posibilidades de recuperación de su patología si se diese el caso de que hubiese llegado “a nuestras manos" por esa vía.


Si el animal no presentase ninguna patología traumatológica o neurológica, sería el propietario el que debería tomar cartas en el asunto y asumir que su mascota tiene un problema de sobrepeso y actuar en consecuencia. Se le ha de recomendar una reducción en la ingesta de alimento, que este posea unas características adecuadas para que a pesar de que se reduzca la ingesta el aporte calórico no se desorbite, y el aumento de la actividad física con control, ya que un sobreesfuerzo puede conducir a problemas cardiacos.

En este caso, además de lograr el compromiso del propietario, lo que la fisioterapia puede aportar es el control en esta actividad física. Crear un plan de trabajo en el que ni las articulaciones ni los tendones del animal se vean sobrecargados en exceso y en el que la experiencia y nuestra visión profesional nos haga determinar cuando es el momento de parar el ejercicio para evitar los problemas cardiacos a los que aludía anteriormente. Llegado este momento, la terapia acuática es un recurso altamente estimable, al igual que los ejercicios terapéuticos, que intentaremos sean de carácter lúdico y motivante para el perro, ya que la obesidad en el animal también nos ha de hacer sospechar que su predisposición al ejercicio puede que tampoco sea la idónea.

Por otro lado, si el animal presenta una patología, nuestro trabajo ha de combinar ambos aspectos. Por un lado la recuperación de la lesión y por otro sentar las bases de un bienestar futuro, por lo que a lo anterior habría que sumar el protocolo de actuación en función de la patología y el saber determinar en que momento ese animal puede ir asimilando una carga de trabajo mayor con el que podamos ir equilibrando la balanza ingesta-gasto energético en un primer momento y posteriormente redesequilibrándola al ritmo y en el sentido que nosotros decidamos.

Tanto en uno como en otro caso, apoyarse en un equipo profesional logra minimizar los riesgos del proceso y optimizar el mismo.

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